El sistema tegumentario está integrado por la piel y unas estructuras anexas llamadas faneras, como el pelo, las uñas, las glándulas sudoríparas y sebáceas, y en algunos animales las escamas o las plumas. Este sistema está presente en el cuerpo humano, en animales vertebrados y en artrópodos, y cumple la función de aislar el cuerpo del exterior
La piel o tegumento es el órgano que constituye el límite del cuerpo; junto con el pelo y las uñas, cumple entre muchas otras, una función protectora. Es el órgano más grande del cuerpo humano y en una persona adulta puede medir dos metros cuadrados.
La piel está formada por la epidermis, dermis y por una capa subcutánea llamada hipodermis. En su parte más interna se forman millones de células que al salir hasta la epidermis se van fortaleciendo con queratina hasta morir y salir en el pelo o las uñas.
Cada dos o tres semanas la epidermis se renueva y durante la vida un humano desprende entre 18 y 22 kilogramos de células muertas a través de la piel. La piel más delgada del cuerpo está en los párpados y la más gruesa debajo de los pies.
En primer lugar está la epidermis, compuesta de células epiteliales que le otorgan flexibilidad y resistencia y la hacen la encargada de la protección del cuerpo; gracias a la epidermis la piel está en capacidad de repararse y renovarse.
Las células de la epidermis se llaman queratinocitos, que producen la queratina y son de cuatro tipos: basales, espinosas, granulares y escamas. Los queratinocitos de la capa basal contienen la melanina, proteína encargada de dar el color a la piel.
La capa intermedia de la piel es la dermis e integra dos subcapas: la reticular y la papilar, que contienen fibras colágenas y elásticas. En su interior se conjugan los vasos sanguíneos, las glándulas y las terminaciones nerviosas.
En la parte más interior de la piel está la hipodermis, formada por tejido adiposo o grasoso que sirve para aislar el cuerpo del entorno, reducir el efecto de los golpes y almacenar energía.
Es en la dermis en donde se producen la vasodilatación y la vasoconstricción, funciones que regulan el flujo sanguíneo y allí también se encuentran las glándulas sudoríparas y sebáceas.
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